sábado, 29 de diciembre de 2018

La gloria de Dios en una taza de café.

Café de la abuela Marina. El Junquito. 
El café sin duda es para mi un misterio. Siempre me pregunto cómo fue que alguien, un ser humano en el Oriente, según la historia, descubrió que de esa fruta ya seca, se podía, luego de tostarla y molerla, extraer una bebida tan apreciada como el café. Quizá nunca lo sepa, pero le doy gracias a Dios por los árabes que lo descubrieron y lo exportaron a la Península Ibérica y a los españoles, nuestros padres continentales y canarios, que trajeron el precioso fruto a Venezuela que por eso es hoy día un país cafetero por tradición. Tenemos café incluso en los patios de las casas, un café de calidad superior que por causa de nuestro contexto actual no ha podido ser compartido con el mundo, como lo han hecho otros países. Sin embargo, no faltan aquellos que estén tratando de sembrar y cosechar la fruta de los cafetales para su propio consumo, y si hay un poco más, para tratar de ofrecer a quienes quieran pagar por él. 

Mientras escribo me tomo un café caliente que por la bendita gracia de Dios me ha preparado mi esposa. Ese calor y los diversos tonos del mismo, ese aroma que llena la cocina, el comedor e incluso la casa, es parte de nuestra cultura, es parte de nuestra vida. Y, aunque hoy en nuestro país el café, que era tan común y accesible, es ahora una especie de lujo, siempre buscamos la forma de conseguir al menos un poco, al menos unos granos, al menos un sorbo. Dios en su infinita bondad nos provee de estos pequeños detalles. 

Ayer estuve en casa de mis suegros, y como en casi todas las casas de esta montaña, sobre todo de los fundadores o los que llegaron primero, hay amplios patios sembrados con matas de cambur, de aguacate, verduras, flores, café, limoneros y naranjos que perfuman el aire, entre otros, y ellos tenían listo un grano de semilla de café que pronto será tostado y luego molido para preparar un café puro, de la tierra que Dios nos ha dado para vivir. La extracción de la fruta de la planta, luego la espera del grano seco, el trabajo de preparación, el tostado y demás; tiene varias implicaciones.

La primera, es que el Señor nos da la tierra para sembrarla, la siembra demanda paciencia y oración, confiando en Dios que enviará el agua a su tiempo para regar las plantas que nos darán los frutos. La paciencia se extiende al tiempo de crecimiento y florecimiento del arbusto hasta dar su fruta. De ninguna manera es un café expreso el que se sirve, tarda en llegar y algunos hasta hablan con los matojos, como evocando a Adán en el Jardín del Edén. ¿No dicen las abuelas que hables a las matas y a veces las reprendas para que crezcan y den fruto, que algunas son flojas? Y lo hacen, y he visto como después de regañadas, empiezan a dar frutos, esto es algo que no sé cómo y por qué ocurre.

Lo cierto es que las plantas siguen creciendo y dando sus frutos, a la orden del decreto eterno de Dios que allá en Génesis ordenó a la hierva y a los árboles frutales crecer y multiplicarse. ¿No es maravilloso que las plantas sigan creciendo hasta hoy por la orden inicial del Creador? Esto es algo que jamás debemos olvidar, si bien es cierto que debemos orar, preparar la tierra y regar para que las plantas crezcan, ellas sin duda jamás lo harían sin la orden de la Providencia que les infunde vida y belleza. ¡Toda la creación alaba al Señor! ¿lo hacen también los cafetales que nos regalan el cafecito mañanero? Yo creo que si. ¡Loado sea nuestro Señor Jesucristo que muestra su gloria y su majestad incluso en una taza de café!

© Por Fares Palacios. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

11 comentarios:

  1. Excelente hermano,aunque soy uno de los pocos que gusta de un cafe a menos que sea con leche y pan dulce para mojarlo jajaja,bendiciones

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  2. Hola, me confieso amante del café, porq marca el inicio del día, y así también de la vida misma.
    Yo dirigí un proyecto cafetalero muy exitoso en Caripe, en los años 1997 2004, y pudiéramos hablar horas sobre ese divino néctar.

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  3. Ciertamente pastor la providencia de Dios se encuentra hasta en las cosas más pequeñas y pocas veces nos damos cuenta en esto no lo he había visto de esta manera gracias por compartir Dios le siga bendiciendo...

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  4. En Colombia también se produce un buen café, creo que lo probaste en la casa de Rodrigo Ramirez cuando estuviste por acá.
    Se le recuerda amado Fares. Bendiciones!!!

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  5. Muchas gracias hermano Fares por compartir el artículo. Espero que tomando muchos de esos cafés, traiga para sus lectores más de esas cálidas experiencias que solo se viven bajo la bondadosa mano de Dios. Saludos desde Medellín, Colombia

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  6. Mil bendiciones para ti hermano en cantidades de cafe molido, Dios continue bendiciendote de esa forma que nos llena de paz y armonía espiritual que sobrepasa todo entendimiento cuando de la palabra de Dios se trata, el señor Jesus sea contigo, Oss Hermano y Sensei amigo

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  7. Yo tengo una religión ectraña com el café...Unanliturgia criticada por muchos..me encanta

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  8. Que buena historia pastor. Soy amante de la degustacion de un buen café, (el cual he aprendido a tomar puro y sin azúcar) al lado de mi amada, mirando los hermosos atardeceres de este bello país Chile, a donde el Señor nos ha traído por su gracia y misericordia.
    Es, sin duda, mi momento favorito del día, donde puedo hacer las cosas que me dan paz, mirar un atardecer como regalo de mi Señor y Dios, dandole gracias por su amor y compañía, por disfrutar todo ésto al lado de mi amada esposa (regalo de mi Padre celeste) y por una buena taza de café recién hecho.

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