domingo, 19 de marzo de 2017

La tercera tentación de Agustín.

En sus confesiones, el Obispo de Hipona con la dulzura de su pluma, confiesa que cuando el Señor Jesucristo le convirtió a él, pues Agustín no tiene duda de que ha sido Dios el que le ha convertido, en su paternal misericordia le libró en primer lugar del deseo de venganza, para poder luego ser perdonado de sus otros pecados, como dice:

"...curar todas mis dolencias, rescatar mi vida de la fosa y coronarme de amor y de ternura y saciar de bienes mi existencia."

Luego, partió Dios su orgullo en dos, como se hace con una rama seca y conquistó su cerviz. Sin embargo, el obispo de Hipona temía que había una tentación que no había desaparecido.

Dice Agustín: "Tú Señor, eres el único que domina sin arrogancia, porque eres el único Dios y Señor verdadero y no hay otro que domine sobre ti. Pero me temo que hay un tercer tipo de tentación que no ha desaparecido de mi. ¿Podrá dejarme alguna vez durante toda mi vida?" Ciertamente al leer al hermano Agustín, no podemos dejar de pensar en aquellas tentaciones que persisten y nos acosan como demonios. Pero, ¿Cual era esa tercera tentación?, y ¿Qué tiene que ver con nosotros?