martes, 2 de julio de 2019

"¡Una voz que clama en el desierto!": Por Su Causa 2019, una breve pero significativa experiencia con el pastor Miguel Núñez.

Al finalizar una de las plenarias del pastor Miguel Núñez, salimos de nuestros asientos con cierta prisa para saludarlo. No lo habíamos hecho antes, tanta gente lo hacía al mismo tiempo que desistíamos, pero esta vez, queríamos agradecerle por la predicación y dejarle saber, si era posible, que Dios habló a nuestros corazones. Lucy estaba notoriamente conmovida hasta las lágrimas, teníamos la convicción de que el Espíritu Santo nos había hablado muy claramente en ese sermón. Recuerdo que entre otras cosas el pastor Miguel habló de aquella “voz que clama en el desierto”.  

Así nos sentíamos nosotros en nuestro país, como voces clamando en un desierto de dolor, de almas sordas por el temor y la miseria, confundidas y esclavas de sus yerros. Sin embargo, esa noche se sentía en el auditorio de la IBI algo especial que no sabemos describir con precisión, como si todo estuviese impregnado de esperanza, de gozo, de consolación y de amor; estábamos conmovidos pero felices, estábamos siendo alimentados y fortalecidos con un propósito. Al finalizar esa plenaria, el pastor Miguel citó al profeta Habacuc, capítulo 3, versículos 17 al 19, un texto que hemos leído muchas veces, pero que esta vez lucía más hermoso y claro en el contexto de la exposición:

“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.”

Por fin llegamos hasta el lugar donde el pastor estaba, rodeado de muchas personas, y muchas voces hablando al mismo tiempo, eso dificultaba el poder oír bien. Lucy se adelantó y logró saludar al pastor Miguel entre lagrimas y sonrisas, e incluso pudo abrazar a su esposa y tomarse una fotografía muy especial con ella unos minutos después. Pues bien, cuando por fin pudo dirigir algunas palabras al pastor Miguel, ella se presentó, le dijo que dónde veníamos, y le dejó saber que nos sentíamos como voces clamando en el desierto de nuestro país.

El pastor Miguel en medio de ese mar de personas, alcanzó a darnos a los dos palabras de aliento, afirmando con esa sonrisa que él tiene y esa mirada tierna que refleja la bondad y la compasión, lo siguiente: “Dios no ha quitado su gracia de Venezuela, Él tendrá misericordia de su país, por sus justos”. En ese momento llegaron más personas y tuvimos que irnos. Fueron segundos, pero esas pocas palabras fueron de mucho aliento, palabras que sumamos a nuestro cofre de tesoros encontrados en la conferencia Por Su Causa 2019.

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