miércoles, 9 de diciembre de 2015

Cinco cosas que podrías considerar en esta Navidad.

Mis recuerdos decembrinos están llenos de titilantes luces de colores brillantes colgadas en pinos que resaltan en medio de la fría noche caraqueña. De escarchas rojas, verdes, azules y amarillas, de pesebres acogedores, de la Cruz del Ávila y de la emoción del regalo del 25 de diciembre. El abuelo, que ya partió con el Señor Jesucristo, no escatimaba en nada y su sazón y su amor se hacían sentir en el sustancioso pernil. El, siempre espléndido, llenaba la mesa de manzanas rojas y verdes pulidas, peras suculentas y uvas regordetas sobre una bandeja de tres pisos de acero inoxidable brillante que parecía plata bruñida donde también se colocaban nueces, avellanas y mandarinas.

El olor de las frutas y de los caldos del guiso y el vino que salían del horno de aquella cálida cocina con vestigios coloniales de inmediato nos hacían ubicar en ese mes tan querido por todos. En todas las casas había tortas negras con sus deliciosos frutos secos, dulces deliciosos de <<cabello de ángel>> y <<lechosa>>, deliciosos ponches criollos, bengalas, y por supuesto, la típica música de <<La Billo´s Caracas Boys>> que jamás pasa de moda, las Gaitas Zulianas, y los Aguinaldos que jamás pueden faltar. Así recuerdo en parte aquellos días.

Todos esas memorias me asaltaron el primero de diciembre, remembranzas que producían algunas sonrisas, nostalgias, y una que otra tristeza. Mientras pensaba en estas cosas no pude dejar de ser invadido por cierta ansiedad, y me preguntaba por qué si estas fiestas tenían el objetivo, al menos cuando fueron creadas, de recordar el virginal nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, la manifestación visible de Dios, y tenían un objetivo sublime, ¿Por qué para el mundo se habían convertido en una “feria gitana” de bombos y platillos, de mercachifles y angustias interminables?

Se darán cuenta que este artículo no busca probar si es lícito o no celebrar la Navidad, ese tema ha sido ampliamente tratado por muchos hermanos en la fe. Yo mismo escribí al respecto hace algún tiempo. Si quiere saber lo que pienso, le invito a leer lo que dice la Biblia en (Col.2:16-23; Ro.14) cada quién esté plenamente convencido en su propia mente. Más bien, deseo escribir a hermanos fuertes en la fe, que disfrutan de su libertad en Cristo en santidad y amor.

Referente a las preguntas que hice, la respuesta es sencilla. Un hombre que no ama a Jesucristo no puede por mucho tiempo celebrar un motivo tan elevado como este en su sentido original, de la misma forma que bautizarlo no lo hace un cristiano genuino sino este no persevera hasta el final (1). Una mente carnal, un corazón no transformado, un hombre que aún es enemigo de Dios y está muerto en sus delitos y pecados, puede crecer físicamente cantando aguinaldos que hablen de la Divina encarnación, puede leer los Evangelios, y aún colocar un pesebre sin entender a cabalidad lo que eso significa, sin disfrutar del significado de ello, sin poder explicarlo, sin poder sostenerlo de manera coherente. Fácilmente el sincretismo es recibido en ese oscuro contexto, y es allí donde nacen desviaciones como la del “Espíritu de la Navidad” y demás fantasías que han invadido los hogares latinoamericanos sin encontrar resistencia.

(1) Mt.7:21ª -23.

Y esto no es reprochable por ser costumbre, sino por ser constumbre que socava la fe cristiana que se opone a una "Navidad" de imaginaciones de “espíritus y ángeles” y que no se enfoca en la encarnación del Verbo (2). Solo los verdaderos cristianos, aquellos que han nacido de Dios y han creído a Jesucristo el Señor, pueden entender la magnitud del significado de la Navidad (3). Sin embargo, esos mismos cristianos, pueden ser también arrastrados por la ansiedad propia de esta época, al punto de parecer incrédulos (4). Por esa razón, debemos considerar la motivación y la manera en como canalizamos estas fiestas, a fin de que Dios el Padre y Su Hijo, nuestro Señor, sean ensalzados.

(2) Col. 2:18.

(3) Ti.1:15.

(4) Gal.2:13.


Si la ansiedad decembrina gobierna nuestra alma, entonces algo no está bien. Si mi prioridad es la compra de ropas nuevas y regalos en perjuicio de mi fe y lealtad a Cristo, algo no está bien. Si estos días me impiden ser fiel a la iglesia, porque “estoy muy ocupado”, o porque “tengo visita”, algo no está bien. Veo con tristeza que muchos cristianos siguen la corriente de este mundo de manera indolente (5). Por una parte están los que aborrecen la Navidad por ser, según ellos “una fiesta pagana” (Cosa que no es verdad), y otros que no tienen problemas de conciencia en este sentido, pero terminan olvidando lo que es más significativo e importante en esta festividad cristiana. ¿Qué propongo?

(5) Jac/Sgto. 4:4ª.

I. En primer lugar, da gloria a Dios: la Palabra de Dios enseña claramente, que todo lo que hagamos, sea hecho para la gloria de Dios (6). Ya sea que comamos, o que bebamos, ya sea que vivamos o muramos, somos del Señor. El que guarda el día para el Señor lo guarda, y el que no guarda el día, para el Señor no lo guarda (7). Mi primera propuesta es que consideres la exhortación apostólica a dar gloria a Dios, andando como es digno del Señor, a gradarle en todo y llevar fruto en toda buena obra (8), y sobre todo en este mes de diciembre que tantas tentaciones suponen al cristiano.

(6) 1 Co.10:31.

(7) Ro.14:6,8.

(8) Col.1:10.


Si vas a hacer una comida especial para Navidad, que sea para la gloria de Dios y para mostrar tu amor a los hermanos. Es esta una buena oportunidad para invitar a comer a los pobres de nuestra congregación, e incluso a vecinos y amigos a fin de mostrar nuestro afecto por medio del servicio en una comida especial que busca celebrar o recordar la Divina encarnación del Verbo de Dios. Es una buena oportunidad para regalar, incluso a aquellos que no nos pueden retribuir (9). Si son cristianos los que estarán a tu mesa, que buena oportunidad sería para adorar y ser edificados con himnos alusivos a la fecha, y lecturas de los profetas y los Evangelios que nos hagan pensar en todo lo que es puro, justo, santo, y honesto, en la dicha que supone el misterio revelado en Jesucristo el Salvador (10). Pero, sino son cristianos, ¡qué excelente oportunidad de dar testimonio de Jesús de Nazaret! (11).

(9) Pr.19:17; Luc.6:34.

(10) Fil.4:8 – 9.

(11) Mt.28:19 – 20.


II. En segundo lugar, dedica tiempo a la oración y a la lectura de la Biblia: estos días son de vacaciones para muchos, para otros no. Si tu caso es el primero, dedica tiempo para leer la Biblia y meditar en ella (12), y para pasar tiempo en oración y busca momentos especiales de recreación, disfrute y piedad con la familia (13). Escoge un libro de la Biblia y devóralo sin usar comentarios, ve tu solo al texto, ruega a Dios que abra tus ojos para ver las maravillas de Su Ley por medio de Su santo Espíritu (14), que te haga entender sus Justos Juicios, y deja que tu mente y tu corazón sean llenos de la Palabra de Dios (15-16). También puedes aprovechar para leer algún clásico de la literatura cristiana como <<El progreso del peregrino>> de John Bunyan, <<Confesiones>> de Agustín, o <<Narnia>> de C.S Lewis, etc. Por alguna razón, al menos es mi caso, siempre he leído en diciembre algún clásico, sobre todo cuando en el mundo celebra de madrugada.

(12) Sal.1: 1 – 2.

(13) Sal. 78.

(14) Sal. 119:18.

(15-16) Col.3:16.


III. En tercer lugar, recuerda que la Navidad no es demanda cristiana: la única razón por la que yo celebro la Navidad, es porque creo que es una oportunidad especial para dar testimonio de la fe en Jesucristo y de su Divina encarnación, de compartir con personas que no ves en todo el año porque viven lejos de la ciudad o porque solo en ese mes pueden venir a tu casa (17). La Navidad no es una demanda cristiana, así que piensa en esto, es un asunto de conciencia. Si con una limpia conciencia decides hacerlo, adelante, pero entiende que es algo voluntario, y que eso no debería jamás sujetar tu conciencia. Aprovecha esta oportunidad para confesar que: <<…aquel verbo se hizo carne…>>; <<…y vimos su gloria…>> (18) Amén de que nadie sabe la fecha en que esto ocurrió, igual es una buena oportunidad para traer la conversación a la mesa.

(17) 2 Ti.4:2; Mr.16:15.

(18) Jn.1.


IV. En cuarto lugar, cuídate de la idolatría: no me refiero a colocar un pesebre. Para un verdadero cristiano, el pesebre es una ilustración preciosa, una oportunidad para enseñar a los niños e incluso a los adultos la fe. Me refiero a la idolatría del corazón (19). Los seres humanos somos expertos fabricando dioses, y en el mes de diciembre son notables las ausencias a las reuniones de la iglesia local. Si las compras y demás asuntos de estas fechas, según el mundo las hace, te paralizan de tal forma que dejas las reuniones de la iglesia y las obras de caridad, has usado la Navidad para adorar a los ídolos que el mundo te ofrece. ¿Cuándo llega la familia y/o los amigos (casi siempre no cristianos, y por supuesto ajenos a la piedad) de visita, abandonas tu cristianismo por un momento, dejas de orar, olvidas que eres cristiano? Cuantos altares hayas levantado, tantos altares has de abatir presto.

(19) 1 Jn. 5:21.

¿Dejas de ir a la reunión de la iglesia el día del Señor, porque ese domingo hay una “una buena oferta” de ropas y comida? (20) Entonces has hecho de esta festividad un ídolo que debes derribar lo más pronto posible. Ten cuidado de la idolatría amado hermano, que ellos se conviertan a ti, y no que tú te conviertas a ellos (21). No dejes un solo domingo de congregar por causa de hombres y mujeres que no aman a Dios y que odian a Dios y quieren alejarte de Él con sus productos sacados de la <<Feria de la Vanidad>>. Recuerda que una señal indiscutible de que has nacido de Dios, es que amas a los hermanos, y ese amor se muestra en el deseo, manifiesto en la perseverancia en la sana doctrina, en las oraciones, en el partimiento del pan, y esa comunión que solo puede surgir del amor de Cristo, en el seno de la iglesia local (22).

(20) Fil.2:21.

(21) Jer.15:19.

(22) 1 Jn. 3:14; Hch.2:41 – 42.


V. Por último, y en quinto lugar, recuerda que todas las propuestas anteriores bien las puedes hacer todo el año: en diciembre se presenta la oportunidad para hacerlas de una manera quizá diferente y especial, pero, esto es algo que forma parte de la vida de la Iglesia de Cristo. Muchos con razón reprochan la hipocresía de quienes son demonios de enero a noviembre, y “ángeles” en diciembre.

Lo que hacemos de manera especial en diciembre, en realidad es una prolongación de lo que somos como cristianos. Siempre podremos invitar a nuestros hermanos y amigos a comer, siempre les podremos regalar algo, siempre podremos hacer reuniones especiales en casa para leer, meditar y proclamar el Evangelio, siempre podremos meditar de manera especial en Aquel Verbo que se hizo carne. Mi anhelo es que todos nosotros seamos cada día más parecidos al Señor Jesucristo, y que disfrutemos la vida que Él nos ha dado, la libertad que el pagó a precio de sangre, pero deseándole a Él más que a todas las cosas, como el salmista dijo. <<…fuera de ti, nada deseo en la tierra. >> (23) Así que si disfrutamos y deseamos en esta tierra algo, que sea en Cristo y por Cristo y para la gloria de Su Nombre. A todos mis queridos lectores, ¡Una feliz Navidad!

(23) Sal. 73:25b.

© Por Fares Palacios. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

Nota: editado el 30/11/18 a las 8:05 am. 

3 comentarios:

  1. Amen! Gloria a Dios. El amor que vino de lo Alto, Emmanuel. Dios lo bendiga hermano, Feliz Navidad!

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