martes, 8 de noviembre de 2016

Ten piedad de mi.

Las primeras palabras del salmo 51, referentes a la oración de arrepentimiento del rey David, son elocuentes. El rey sabía que había pecado, al ser confrontado por el profeta Natán, el mismo David dictó sentencia contra su vida sin saberlo, en lo referente al caso expuesto por el siervo de Dios, de aquel que le había quitado a su prójimo la única corderita que tenía, teniendo este muchas en su propia casa. El rey sabe que merece la muerte, ha cometido el acto del adulterio, el homicidio y la mentira.

No puede venir de otra forma ante el trono de Dios, él está desvastado por su propia maldad. Así que sus primeras palabras son estas (v1):

"Ten piedad de mí, oh Dios, 
Conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus 
Piedades borra mis rebeliones."

Esas fueron las primeras palabras de un hombre que está consciente de su iniquidad, y que habiendo confesado sus pecados, llora por ellos. El rey David nos enseña con su vida, que lo primero que debe hacer un hombre que ha pecado, es suplicar la clemencia del Dios trino. Y aunque las palabras del monarca son de ruego y súplica, en medio de este estado, podemos ver también, no sólo el corazón de David, sino también la belleza y la bondad de Dios por sus divinos atributos en medio de la oración: Dios es bueno.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Piénsalo bien antes de seguir.

Nuestro Señor Jesucristo usa dos ilustraciones para enseñar a quienes pretenden seguirle, que si no están dispuestos a pagar el precio que esto supone, deben volver sino quieren ser expuestos al escarnio. Suele pasar que alguno comienza su carrera cristiana, pero luego la abandona con mucho perjuicio de su alma.

En su alegoría, Juan Bunyan, autor de de la joya de la literatura cristiana "El Progreso del Peregrino" presenta a muchos personajes. Uno de los personajes de la historia, es el peregrino, llamado Cristiano. Apenas Cristiano inicia su carrera y sale huyendo de la Ciudad de Destrucción gritando "¡Vida, vida, vida eterna!" dejando incluso a su familia que reniega de Dios, aparece un personaje que se compadece de él, y empieza a seguirle y a hacerle preguntas sobre aquel Reino que se promete a los que creen y perseveran hasta el fin. Su nombre es Flexible.

No puede ser mi discípulo.

El cristianismo no es una invitación a una vida fácil. Cuando nuestro Señor Jesucristo estuvo en la Tierra, era seguido por grandes multitudes. Muchas personas seguían al Hijo de Dios porque Él sanaba las enfermedades y las dolencias, y porque podía darles panes y peces.

En el santo Evangelio según San Lucas, 14, 25-33, vemos una escena paticular. Grandes multitudes le seguían, pero Jesús se voltea y les dice que cualquiera que ama más a su familia, o a su propia vida, no puede ser un discípulo.

Y aún más, si alguno no toma su cruz y le sigue hasta el final, no puede ser su discípulo. He leido muchas veces este texto del el evangelista, y cada vez que lo leo tiene más sentido para mi. La gente le seguía para ser aliviada de sus dolores y miserias, pero Cristo les advierte que si quieren ser sus discípulos, deben considerar muy bien su decisión y lo que esto implicaba, a saber, un amor radical y una disposición a ser crucificados.