lunes, 31 de octubre de 2016

Una vida santa, una vida de oración.

Si vas a vivir una vida santa, debes entender que no podrás hacerlo alejado del Señor. La información teológica tiene su lugar en la vida cristiana, pero, no lo es todo, no es una parte tan importante en comparación a la vida de oración. Menciono la teología, porque son muchos cristianos los que piensan que existe una relación entre adquirir conocimiento y vivir una vida santa. Siempre debemos procurar el conocimiento sano y correcto de la fe trinitaria, pero la vida cristiana también son buenas obras de obediencia y humildad reverente a los mandamientos del Señor.

Lo que necesitamos más que cualquier otra cosa es la obediencia a Dios que expresa su voluntad en la sagrada Escritura, y que es parte del tesoro de la Iglesia. Podemos leer sobre la necesidad de orar siempre y nunca desmayar, pero sin embargo no orar siempre y desmayar a cada momento. La vida cristiana demanda obediencia y acción, San Jacobo nos enseñó que la fe sin obras es muerta. La fe sola jamás justifica, porque la fe verdadera obra. Es fácil identificarse en América Latina como cristiano, pero no es nada fácil vivir como cristiano.

Sobre esto, meditaba en las palabras del apóstol San Pablo y su exhortación a "orar sin parar". El Señor no nos exhorta a orar siempre sin una razón. Hay quienes se desaniman porque no reciben lo que piden, sin embargo, el mandato a orar permanece allí, y es distintivo del pueblo escogido de Dios el hecho de que un hombre o una mujer que afirman ser creyentes, tengan vidas impregnadas de oración. La fe sin obras es muerta, la oración es la acción que proviene de una fe viva en el Dios trino.

Como decía al principio, no puedes vivir una vida santa alejado del Señor, y la única forma de mantener la llama de la santidad y la piedad en tu mente, en tus entrañas y en tu propia carne, es por medio de la oración insistente. No puedes resistir a los demonios infernales que procuran tu caida sino estás aferrado a Dios en oración. La oración debe ser parte de la vida tanto como la respiración y los alimentos que Dios provee. La oración es la única herramienta que se santifica con las lágrimas del arrepentimiento y la absoluta entrega a la voluntad Divina.

Solo por medio de la oración el cristiano podrá resistir las tentaciones que asaltan el alma del peregrino, solo por medio de la oración podrán los fieles mantener sus corazones tiernos y dispuestos a recibir las exhortaciones de vida de los obispos de Dios, y por la oración huir de las pasiones, la lujuria, la envidia, los celos y demás corrupciones que brotan del corazón humano.

Pidamos a Dios que tenga de nosotros misericordia, pidamos a Dios con fervor creyendo y esperando que vuelva su mirada a nosotros y nos salve, que no aparte de nosotros su misericordia y piedad. No siempre recibiremos todos cuanto pedimos al instante, pero comulgo con las palabras sabias de Evagrius Pontus: 

"No te aflijas si no recibes de Dios inmediatamente lo que pides: 
Es Él quien quiere hacerte más bien en permanecer con Él en oración." 

Ciertamente esto es un misterio, si bien es cierto que Dios concede las peticiones de sus hijos que sean conformes a Su santa voluntad, a veces no concede de inmediato todo cuanto pedimos y esto no es razón de tristeza, el bien máximo que podemos obtener no es lo que pedimos en si mismo, sino el hecho de estar pidiendo, rogando, orando, y mientras lo hacemos, ser santificados y alumbrados por la Majestad del Dios Soberano.

© Por Fares Palacios. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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