miércoles, 22 de mayo de 2019

Ella algún día reverdecerá.

La tomé en el "Paseo los Próceres" - Caracas 
La vida sigue en la que algunos siguen llamando la Octava Isla. Los recuerdos son todo lo que queda de aquellos momentos felices en un país que ya no es. Por más que traté de conseguirlo, se había ido, lo vi en varios sitios a la vez, sonriente a veces, a veces triste, a veces caminando a la orilla de de una playa en Tenerife o Lanzarote, otras veces en las calles de Bogotá o Medellín, a veces los vi escalando torres muy altas en Virginia o en Texas, y otras sentados en un balcón en Funchal, con la mirada hacia Caracas con el mar que refleja la luz prístina del sol en las olas danzando de allá para acá.

Y así, desperdigado por muchos naciones cuál diáspora septentrional, mi país se fue, y se le puede ver en el acento cálido del Caribe que persiste aún, nostálgico, quedo, como el último bastión de resistencia que queda. Quizá tiene razón el judío, Cohelet, "nunca digas que los tiempos pasados fueron mejores", no porque no lo fueran, pues jamás en cabeza alguna alguien pensaría que es peor la paz y la prosperidad a la guerra y el hambre, sino porque es necesario seguir caminando al futuro.

Una cosa se, que Venezuela jamás volverá a ser lo que era, que hoy no es lo que fue, pero que definitivamente será, una nueva Venezuela. ¿Cuando? Nadie lo sabe, pero es la naturaleza de las naciones, ella emergerá de nuevo de la semilla muerta que hoy yace en la tierra, reverdecerá y conservando aquella esencia, se levantará como un árbol totalmente nuevo que dará su fruto a su tiempo. Quizá yo no lo vea, quizá mis hijos no lo vean, no lo se, pero se que pasará.

© Por Fares Palacios. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.