martes, 26 de marzo de 2019

Entre amaneceres y apagones.

Esta foto la tomé el amanecer del lunes 25/03/2019
Cerca de la Iglesia Providencia de El Junquito. 
Escribí esta mañana un breve pensamiento en medio de este gran apagón que nos sorprendió nuevamente desde el día lunes en la noche. Lo estoy publicando en este momento aprovechando que el servicio eléctrico ha sido restablecido en Caracas, no se hasta cuando. Dios les bendiga y gracias por visitar mi blog. 

Ha sido difícil escribir, los apagones dificultan la conexión y el uso de mi querida computadora portátil con una batería ya gastada me obliga a escribir breve y rápido, antes que también esta pantalla quede en oscuridad. En este momento por cierto, estoy valorando mucho mis amados libros físicos, porque cuando nos privan de la electricidad, solo quedan los fieles textos, algunos amarillentos, pero que no dejan de ser muy útiles, todos los cientos de libros digitales de nada sirven en este momento que vivimos, de igual forma, el papel y el lápiz no pasan de moda en casa, son de un alto valor para nosotros.

El domingo pasado, estuve en un hospital público de Caracas, haciendo una visita. Confieso que para mi jamás ha sido fácil ir a una cárcel o a un hospital, y en estos momentos que vivimos se hace mucho más difícil y doloroso. En la emergencia del hospital, pernoctan los familiares agotados de tanto correr, de buscar las medicinas que no aparecen, de ir de allá para acá, la mayor parte del tiempo a pie, acalorados, sedientos, temerosos, para poder conseguir los insumos, arriesgándose a ser contaminados por alguna bacteria, haciendo todo lo que pueden para salvar la vida de su ser amado, luchando para prolongar la dádiva que el paciente ha recibido del Creador.

Sus rostros caídos son un espejo de lo que poco a poco a ido ocurriendo en todos nosotros, estamos cansados, pero aún tenemos el don de la sonrisa en medio del caos, cosa que sin duda proviene de Dios. Los que están hospitalizados sufren, los riesgos aumentan, los virus se expanden, como por ejemplo la hepatitis, el agua escasea, la electricidad, el transporte; es tan difícil poner en palabras esta situación, sin embargo, al mismo tiempo el brillo del sol es hermoso en el verdor de los árboles que parecieran bailar con la suave brisa que nos alivia del calor, hay destellos de hermosura en medio de la fealdad de la opresión que todo lo destruye, el Señor no deja de enviarnos esperanza, no deja de compadecerse de nosotros, no deja de amarnos ni un solo minuto y darnos aliento usando pequeños detalles como el brillo de una hoja verde danzando con el viento.

La gente a diario hace un gran esfuerzo por ir a trabajar, por llevar a sus hijos a la escuela, por seguir adelante buscando una normalidad que no existe, los que más padecen, son aquellos que no tienen un vehículo propio, las paradas están atestadas de gente que está desesperada por llegar a trabajar a un lugar donde el pago no alcanza ni para comprar un cartón de huevos. Hoy no tenemos electricidad, la gente se queda en sus casas y los que pueden, tratan de poner en orden sus cosas, algunos limpian sus patios, otros leen un buen libro y otros tocan algún instrumento musical como esperando no sé qué cosa entre tonada y tonada mientras miran hacia hacia la costa.

Algunas mujeres atienden sus flores y plantas, los niños juegan como si nada rompiendo el silencio que reina en el aire, alegres, en medio de la novedad de los feriados forzados, y los perros descansan en los solares, todo se paraliza, la actividad económica del pueblo y de la ciudad, los negocios están cerrados, y queda esta extraña sensación de ser como un gran barco que ha quedado varado en medio del océano esperando, esperando siempre, con miles de seres humanos con ojos ya oscurecidos, observando a ver si aparece alguna nave de rescate, pero solo se divisa el mar, y mar, y mar, solo agua salada y algunas gaviotas tratando de pescar algo de manera insistente.

En medio de todo esto, los cristianos luchamos con tentaciones y pensamientos de tristeza, desesperanza, anhelos y tiranías. Viendo al horizonte, contemplando el mar Caribe, elevamos una oración al Dios trino rogando nos conceda la fe necesaria para resistir; “No nos metas en tentación, y líbranos del mal”; hastiados de las pugnas entre los partidos, de los duelos entre izquierdas, de la guerra de las cizañas, de las mentiras y las palabras hirientes y necias de quienes no sufren estos dolores, de las promesas incumplidas, de la miseria humana que aflora en la necesidad.

El dolor a veces es ensordecedor, tan extrañamente ruidoso que podría cerrar nuestros oídos para no oír las palabras de nuestro Rey, ¿y qué sería de nosotros sin su misericordia y su santa palabra? De pura gracia el Dios trino nos sigue regalando bellos amaneceres, el canto de las aves que le adoran y alegran nuestros corazones, nos sigue dando momentos maravillosos de contemplación de la luna y las estrellas, ¡todo lo creado alaba al Señor!, todo lo creado nos invita a la adoración, así lo creo, yo he sido invitado por los grillos, los sapos, las aves diurnas y nocturnas, las chicharras, los cocuyos y las bestias a alabar al Creador, y entre lágrimas me va bien, limpiando mi corazón de impurezas, de odios y tristezas que matan, el Sol de Justicia purifica lo que está infecto en el alma y su gloria se despliega en la perseverancia de aquellos en quienes Él ha iniciado la buena obra, que jamás se detendrá hasta que sea perfeccionada; ¡dichosos son los que tienen por Rey al Cristo de Dios!; ¡dichosos los que tienen en ellos al Consolador!; ¡dichosos todos los que aman al trino Dios, porque las aflicciones de este tiempo son breves, pero la gloria y el gozo inefable que está por venir jamás, jamás, jamás perecerá!

Al mismo tiempo, los inicuos, los malvados, los opresores y todos los que blasfemaron y dieron la espalda al Dios de Israel, recibirán su justa retribución, ellos son los herederos del fuego del infierno, ¡arderán eternamente y su memoria será borrada de la tierra para siempre!; ¡loado sea Cristo nuestro Señor, que nos persevera, nos fortalece y consuela!; ¡aún en la pobreza, en el hambre, la opresión y la guerra, somos más que vencedores en Cristo Rey, nuestro Señor!

© Por Fares Palacios. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.