miércoles, 15 de julio de 2020

Carta a mis hermanos de El Junquito.

El Junquito - @fares_palacios 
Mis amados hermanos, a quienes también podría llamar mis hijos en la fe, por cuanto los he engendrado en Cristo con muchas lágrimas y dolores, no olvidemos nunca las palabras del santo apóstol de Jesucristo, San Pablo, que habiendo llevado en él innumerables aflicciones, no dudó ni un minuto en la bondad infinita de Dios aún en medio de gran oposición y tribulación diciendo con tanto amor: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien".

Como antes les he dicho, no crean a estos mentirosos que hablan desde sus tribunas infames queriendo resistir al Gobierno de Dios e ignorando las Sagradas Escrituras afirman temerarios que esto que ha ocurrido no es un juicio Divino y que Dios no lo quería y que según ellos, fue algo que ocurrió y Él no pudo evitarlo. Ese no es el Dios de la Biblia, ese no es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, ese no es el Dios de Israel, ese no es el Dios soberano y todopoderoso que sustenta con su providencia todo lo creado. Nuestro Dios está en los cielos, todo lo que quiso ha hecho, y no hay nada ni nadie que pueda detener su mano cuando ha determinado hacer algo. Él gobierna el universo y ejerce su señorío y soberanía en todas las naciones y hace como quiere, donde quiere y cuando quiere.

Los pecados de la humanidad han llegado hasta su santo Trono y la indignación y la ira del Creador se pueden ver derramadas en las naciones. Mis hermanos amados, Dios ha derramado sus juicios sobre esta tierra depravada, pero además, está disciplinando a la Iglesia, su amada Iglesia que ha estado tan distraída en contiendas inútiles, que ha abrigado pecados en su seno, que se ha corrompido y endurecido su corazón. El SEÑOR está afligiendo también a estos que han hecho de la Iglesia una marca personal, un imperio, una fuente de ganancia deshonesta o un pequeño feudo. Y esta disciplina es para nuestro bien y para el bien de aquellos que incluso, estando hechizados bajo el embrujo de estos falsos apóstoles, han conocido la gracia del SEÑOR. Para nosotros, este es un tiempo de confesión, arrepentimiento y conversión, de restitución y reconocimiento de la soberanía de Dios.

No teman ni se desanimen, que nuestra alegría debe estar fundamentada solo en el Dios trino y no en las cosas que pudieron alegrarnos por un tiempo. Dios es inmutable y eterno y no se muda, y nos llama a todos a volver a Él por medio de Su Hijo nuestro SEÑOR Jesucristo.

Respecto a aquello que todo ha cambiado, sin duda, todo lo que hecho por el hombre es mudable, la creación misma está sujeta a los cambios de sus propios elementos, pero Dios no se muda.