Los Pinos - El Junquito. |
Comparto contigo esta nueva meditación de mi Diario Espiritual. Pensé que podía ser de ánimo y edificación para ti. Que la bendición de Dios sea contigo hoy.
Cuando el sumo sacerdote, los plateros, los sacerdotes y gobernantes empezaron la reconstrucción después de la exhortación y testimonio de Nehemías (1), lo hacían movidos por un poder irresistible que nace de la fe que Dios concede como un don. La fuerza para continuar colocando los ladrillos en la muralla viene de Dios que pone así en nosotros el querer como el hacer (2), para que con fervor y entusiasmo, amén de la dura oposición, sigamos adelante participando en los propósitos eternos del Dios de Israel.
Sino fuera por la gracia de Dios, hace tiempo ya que hubiere desmayado, sino fuera por la palabra de Dios, como dice el salmista, ya hubiera muerto en mi tristeza (3), pero Dios es bueno y se acuerda de que somos polvo (4), y nos sustenta con su Espíritu Santo, renovando nuestras fuerzas (5). Somos partícipes de la más preciosa y gran obra, la obra de Dios, la edificación de un Reino, el Reino de los cielos, una obra que jamás será detenida para siempre, las puertas del infierno jamás podrán contra la Iglesia (6), y nosotros somos miembros de esa Iglesia que hoy es perseguida y peregrina, pero que también es triunfante por Cristo Jesús.
Sino fuera por la gracia de Dios, hace tiempo ya que hubiere desmayado, sino fuera por la palabra de Dios, como dice el salmista, ya hubiera muerto en mi tristeza (3), pero Dios es bueno y se acuerda de que somos polvo (4), y nos sustenta con su Espíritu Santo, renovando nuestras fuerzas (5). Somos partícipes de la más preciosa y gran obra, la obra de Dios, la edificación de un Reino, el Reino de los cielos, una obra que jamás será detenida para siempre, las puertas del infierno jamás podrán contra la Iglesia (6), y nosotros somos miembros de esa Iglesia que hoy es perseguida y peregrina, pero que también es triunfante por Cristo Jesús.
Para
mi es consolador saber que nada me podrá separar del amor de Dios (7),
ni el hambre, ni la persecución, ni el peligro, ni la espada, ni la
angustia, ni ángeles, ni ejércitos, ni revoluciones, nada me podrá
separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Tengo por cierto, que las aflicciones del tiempo presente jamás
podrán compararse con la gloria que en nosotros se ha de manifestar (8).
Nuestro
consuelo en la victoria total y final, nuestra alegría y nuestra
fuerza es el gozo del Señor que nos infunde su aliento por medio de
su fiel y verdadera palabra que nos promete que las Leyes del Reino
un día cubrirán toda la tierra, que el conocimiento de Dios llenará
toda la faz del planeta como las aguas cubren el mar (9) y que en su
trono, espléndido y victorioso, nuestro Rey, Jesucristo, con
justicia y santidad, regirá las naciones (10).
Mientras ese momento llega, seguimos colocando los ladrillos, colocando piedra sobre piedra, cada uno frente a su casa (11), con sus hijos e hijas, con sus mujeres y hermanos, todos los santos y fieles, los israelitas de Dios, los discípulos de Cristo. ¡Al final, nosotros ganamos!. (12).
Mientras ese momento llega, seguimos colocando los ladrillos, colocando piedra sobre piedra, cada uno frente a su casa (11), con sus hijos e hijas, con sus mujeres y hermanos, todos los santos y fieles, los israelitas de Dios, los discípulos de Cristo. ¡Al final, nosotros ganamos!. (12).
(1) Neh 2:11-20, 3:1-32.
(2) Fil 2:13.
(3) Sal 119:32.
(4) Sal 103:14.
(5) Sal 23: 3-5.
(6) Mt 16:18.
(7) Ro 8:39.
(8) Ro 8:18.
(9) Hab 2:14.
(10) Is 11.
(11) Neh 3.
(12) Ap 17:14.
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