martes, 8 de noviembre de 2016

Ten piedad de mi.

Las primeras palabras del salmo 51, referentes a la oración de arrepentimiento del rey David, son elocuentes. El rey sabía que había pecado, al ser confrontado por el profeta Natán, el mismo David dictó sentencia contra su vida sin saberlo, en lo referente al caso expuesto por el siervo de Dios, de aquel que le había quitado a su prójimo la única corderita que tenía, teniendo este muchas en su propia casa. El rey sabe que merece la muerte, ha cometido el acto del adulterio, el homicidio y la mentira.

No puede venir de otra forma ante el trono de Dios, él está desvastado por su propia maldad. Así que sus primeras palabras son estas (v1):

"Ten piedad de mí, oh Dios, 
Conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus 
Piedades borra mis rebeliones."

Esas fueron las primeras palabras de un hombre que está consciente de su iniquidad, y que habiendo confesado sus pecados, llora por ellos. El rey David nos enseña con su vida, que lo primero que debe hacer un hombre que ha pecado, es suplicar la clemencia del Dios trino. Y aunque las palabras del monarca son de ruego y súplica, en medio de este estado, podemos ver también, no sólo el corazón de David, sino también la belleza y la bondad de Dios por sus divinos atributos en medio de la oración: Dios es bueno.

El rey sólo pide misericordia, suplica por su vida, el rey necesita el perdón, la restauración, el gozo. Estoy seguro de que David conocía a su padre celestial, estoy seguro de que el rey, conocía a su Rey, y por esta razón apela a su misericordia. Así pedía este hombre a Dios la piedad, una piedad que fuera conforme a su propia bondad. El salmista sabía muy bien que Dios es el Misericordioso, que se deleita en perdonar, que las misericordias de Yavé son nuevas cada mañana.

Él, suplica que conforme a la multitud de sus piedades, pueda borrar sus rebeliones. El rey le pedía al único que podía limpiarle y purificarle de su inmundicia, el Dios Soberano. Así lo dijo (v2):

"Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado."


¿Quien sino Yavé podía lavar el pecado de su corazón, y borrar las rebeliones del hombre más poderoso de su tiempo? De la misma forma, el Dios del cielo, puede lavar más y más la maldad de quienes vienen a Él suplicando piedad, el Misericordioso puede limpiar a todos los que suplican y piden clemencia. No podía ser de otra forma, ¿por qué David pedía esto? La respuesta es una revelación de nuestra caida humanidad (v3):

"Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí."


He aquí nuestra realidad, hemos de reconocer, no solo como una identificación o reconocimiento intelectual, sino como una confesión desgarradora de nuestra naturaleza, nuestras propias rebeliones. Toda desobediencia a Dios, es un acto de rebelión. En unos es más notorio que en otros, pero siempre que el hombre desobecede la santa palabra de Dios, siempre que el hombre sede ante las invitaciones y provocaciones del pecado, este se rebela ante su Creador. 

Si vamos a pedir a Dios que tenga piedad de nosotros, debemos reconocer nuestras rebeliones, y aceptar que nuestra naturaleza pecaminosa siempre está allí, que siempre estará hasta que estemos con Dios en gloria, y esta debe ser mortificada, hemos de reconocer nuestra debilidad y suplicar a Dios que nos lave, que nos limpie, que borre las manchas de nuestra alma, que no aparte de nosotros su misericordia, que nos conceda la vida, que jamás estemos de Él separados. 

Lo primero que debe hacer el hombre que ha sido descubierto, confrontado y que por esa confrontación ha visto su maldad, y ha llorado por su pecado, es pedir a Dios que tenga piedad de él. ¿Has pecado contra Dios? No pierdas más tiempo, ve a Él, y suplica que tenga misericordia de ti, porque Yavé es amplio en perdonar, es tardo para la ira, pero grande en misericordia. No pierdas más el tiempo en tus miserias, y ven al único que pueda renovar tu vida y darle un sentido eterno de santidad. 

© Por Fares Palacios. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

6 comentarios:

  1. Pastor Fares. Son una bendición estos artículos para el pueblo de Dios. Muchas gracias por estar pensando siempre en la iglesia. Al leer este artículo, me da gozo recordar las palabras del Señor y ver su bondad siempre, a pesar de nosotros mismos. Gracias

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    1. Muchas gracias por tus palabras, lamento no poder leer tu nombre. ¡Dios es bueno, muy bueno y misericordioso!

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  2. Gracias por esta interpretación. ...lo mas importante es reconocer nuestros pecados, o errores y rogarle por su misericordia y perdón. ...pedirle que nos de otra oportunidad para hacer las cosas bien....estás son las señales de que me escucha y no me abandona

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    1. Hola Lorena, que alegría leerte. Gracias por tomar un tiempo para leer y para comentar, Dios te bendiga a ti y a tu familia.

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  3. Este es uno de los tantos ejemplos que encontramos a lo largo de las sagradas escrituras. Muestra la misericordia de Dios y el arrepentimiento verdadero de un hombre que a pecado, pero que contricto y humillado, busca el perdón de Dios.

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    1. Hola Juan Alberto, realmente es así. Dios es misericordioso y bueno, vayamos a Él con corazones contritos y humillados siempre.

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