martes, 16 de marzo de 2021

La divina providencia en la aflicción, la oración y la reivindicación de los hijos de Dios. Ensayo de la introducción de 1 Samuel.

He estado meditando en el libro de 1 de Samuel, leyendo una vez más, pero ahora, buscando como un explorador fascinado todo aquello que descubra la providencia de Dios maravillosamente expuesta en la vida de quienes quiso Él quedaran sus vidas escritas en las Sagradas Escrituras. Sin duda alguna, toda la Biblia está llena de la divina providencia, toda ella está perfumada con la fragancia de la bondad y la justicia de Dios. No existe manera de leer la palabra de Dios y no ver su gloria, su inmensa compasión y al mismo tiempo su justa y bendita severidad.

Pues bien, en esta oportunidad quisiera compartir contigo algunas breves impresiones de mis lecturas del libro antes mencionado, porque para mi fueron de tanta bendición, consuelo, fortaleza, alivio y ánimo, que me gustaría que tu las pudieras disfrutar conmigo, presta mucha atención, será breve, pero iré al punto, porque tener en cuenta estas cosas hace bien al alma del cristiano peregrino que anda por la senda estrecha entre lágrimas y alegrías. Para ello te invito a la leer 1 Samuel capítulos 1 y 2.

Bien, la historia nos cuenta de un hombre; este hombre se llamaba Elcana y tenía dos esposas. Sí, puede sonar extraño que un hombre tenga dos esposas, pero en esta época era legal para estos pueblos poder tener más de una esposa si podía mantenerlas. Era una ley oriental que de ninguna manera justifica para nosotros la bigamia o la poligamia, puesto que el SEÑOR nos ha dejado una clara instrucción respecto al matrimonio cristiano, que debe ser entre un solo hombre,y una sola mujer. Por otra parte, a pesar de que para estos pueblos esta práctica era legal, también es cierto que estaba asociada a eventos de rivalidad, celos, conflicto y aflicción.

Habiendo aclarado esto, podemos seguir adelante con el relato. Dos mujeres tenía Elcana, una era Penina, y la otra era Ana. La Biblia nos arroja luces sobre el carácter de cada una de estas personas y las situaciones con las que estaban lidiando, situaciones que son tan humanas y cercanas a nosotros que es imposible no involucrarnos afectivamente.

i. Elcana era un hombre piadoso, fiel a Dios y a su religión. Cada año iba al templo a adorar y sacrificar como ordena la Ley. No solo era un hombre piadoso, sino amoroso, puesto que le daba a Ana una parte especial de la carne del sacrificio porque la amaba dice la Escritura y tenía un afecto especial por ella a pesar de que no le había dado hijos, e incluso podría decir que también fue un poco imprudente o descuidado en las relaciones familiares, puesto que no puede un hombre con dos esposas mostrar más afecto por una que por otra y no esperar al mismo tiempo que no surjan celos y conflictos, como de hecho ocurrió.

ii. Penina, según vemos el relato de la Biblia, era la mujer que tenía los hijos de Elcana y se muestra cruel y zahiriente con Ana, la irritaba, la entristecía, se burlaba de ella cada año porque Ana no podía tener hijos. Resulta difícil entender por qué razón una mujer que había sido bendecida con hijos, podía usar su condición como un arma para hacer daño y burlarse de la esterilidad de otra mujer. Sin embargo, no debe sorprendernos este hecho, puesto que conocemos por la misma Biblia cómo es el corazón del hombre y sin duda, Penina sufría de celos y quién sabe qué dolores de su propia alma pecaminosa por el hecho de que Elcana tuviera un trato especial con Ana y la amara. Los celos, la ira, un corazón engañoso y perverso son la mezcla perfecta para el mal. Así pues vemos a Penina como la mujer malvada del relato, sobre la cual nuestros afectos se vuelcan en rechazo e incluso en enojo.

iii. Por su parte Ana, la amada de Elcana, no podía soportar aquella afrenta y era abatida por el dolor. Sabemos de más que la esterilidad para la cultura hebrea antigua era algo que avergonzaba a la mujer e incluso algunos podían pensar que era una maldición. Ana no solo tenía que lidiar con el hecho de saber que no podía tener hijos, sino también el de no encontrar consuelo ni aún en el dulce amor de su marido. Lo vemos en el relato bíblico. Ella estaba tan triste que no podía siquiera comer, pero hizo lo que debe hacer una mujer piadosa a pesar de que estaba derribada, herida por su rival, avergonzada con su esposo, posiblemente auto cuestionada como mujer. Ella en medio del dolor hizo lo que todos debemos hacer cuando todo parece perdido, orar al SEÑOR, derramar nuestro corazón delante del SEÑOR, verter sobre la copa de sus manos amorosas nuestras lagrimas.

iiii. Por ultimo tenemos a Elí, el sacerdote. De él podemos decir mucho, pero no ahora. Este hombre, que era el siervo de Dios, que debía imitar el carácter de Dios, el amor y la prudencia junto a la verdad, aparece en escena lanzando una acusación que Ana responde con atribulada humildad. Es difícil entender esto. Ana no solo tenía que padecer todo lo antes mencionado, sino que además era ahora de alguna forma mal juzgada por el siervo de Dios. Mi primera impresión de Elí fue la de un ministro indolente y lejano al dolor del pueblo de Dios, aunque al final Dios lo usa el SEÑOR para darle a Ana una respuesta maravillosa.

Ahora tenemos una visión general de cada personaje del relato inicial del libro, y además de la situación, a saber: que Penina afligía a Ana y que Ana estaba en gran manera abatida y entristecida, no sólo por su condición, sino porque Penina la irritaba y se burlaba de ella cada año. Ahora quisiera colocarme los lentes de la providencia de Dios y poder extraer de este texto cosas maravillosas para nuestra vida cristiana. Espero que puedas seguir la lectura de este ensayo.

La providencia de Dios es maravillosa. Al contemplar la soberanía divina podemos descansar en la eternas decisiones y obras del único y verdadero Dios y creador del cielo y la tierra, esto es lo que concluyo al ver cada relato de la Biblia. Quiero compartirte estas cosas que pude ver mientras leía:

1. Dios quiso mostrar a Elcana que la fuente de la alegría, el consuelo y la paz para su esposa, no era él. Si bien es cierto que su aflicción radicaba en la esterilidad, solo Dios que da y quita, podía consolar el corazón afligido de su mujer. Cuando Elcana pregunta: “¿No soy yo mejor que 10 hijos?”, sin duda vemos otra faceta del carácter de Elcana. Realmente él estaba convencido que su amor por Ana bastaba para aliviar su corazón, pero el SEÑOR quiso derribar esa idea falsa y recordar a Elcana que por muy amoroso que fuera, por más piadoso y bondadoso que era, el ser humano jamás sería la fuente del gozo y del consuelo perdurable de otro ser humano, y que solo Él podía conceder la alegría verdadera y la paz al alma atribulada. Así pues, esto de alguna forma debió llamar a Elcana a la humildad, era una manera de humillar el orgullo de este hombre piadoso. Y es que a veces pensamos realmente que somos muy importantes para la vida y felicidad de otros, cónyuges, hijos, etc. Pero lo que debemos recordar es que la alegría, el gozo, el consuelo verdadero proviene de Dios y no de los hombres.

2. ¿Qué sentiste hacia Penina cuando afligía a Ana? Les diré una cosa, es normal sentir indignación. Sin embargo, sin restar responsabilidad a Penina, cuyo carácter y acciones ya he descrito anteriormente como malvados, el SEÑOR en su providencia sabe lo que está haciendo y como hemos aprendido del apóstol San Pablo, todas las cosas ayudan al bien de aquellos que le aman y han sido llamados por él. Penina no sabía que detrás de la aflicción con la cual afligía a Ana, Dios la estaba usando para formar en Ana un carácter santo. Penina no sabía que el sufrimiento con que afligía a Ana, estaba siendo usado maravillosamente por Dios para guiar a la santa mujer a derramar su corazón en oración y ruegos a fin de pedir al SEÑOR lo que tanto anhelaba. Es difícil entender esta verdad cuando no partimos de la premisa de que Dios es SEÑOR y hace como quiere porque es absolutamente soberano. Si algo he aprendido en este peregrinaje, es que la aflicción que produce la disciplina de Dios, el rechazo de los hombres, el maltrato, la traición, la enfermedad, la injusticia, entre otras cosas más que producen dolor al alma, es para mi bien. Jamás busqué tanto a Dios como cuando mi alma estaba abatida, y el dolor me hizo voltear a ver a Dios cuando mis ojos estaban puestos en los consuelos temporales. Ana había sido afligida sí, pero Dios estaba usando esto para el bien de su propia alma y aún más allá, para servirse de esta santa mujer para traer al mundo al que fuera uno de los más notables profetas en Israel, quizá como ningún otro, un profeta del que sabemos por las Sagradas Escrituras desde el momento mismo de su concepción por la voluntad de Dios.

Más adelante, cuando hable del cántico de Ana, explicaré más en detalle cómo el SEÑOR también da su retribución a Penina y de qué manera le tapó la boca por su maldad. Con esto, quiero decir de una vez, que ella, así como toda la gente que obra con maldad de corazón y aflige a su prójimo, tendrá su recompensa y verá con sus ojos la reivindicación de los santos.

3. En cuanto a Elí, pues realmente no es un personaje que sea digno de imitar y parece más bien un asalariado que un siervo de Dios aprobado. Sin embargo, a pesar de ello, quiso Dios afligir también a Ana por medio del sacerdote, quizá para que tampoco descansara su gozo en el siervo de Dios, sino en el Dios del siervo. Elí, como dije antes actuó sin gracia, no habló de la manera correcta, la acusó injustificadamente de borracha haciendo un juicio acelerado, pero con todo, él escuchó a la mujer y profetizó en nombre de Dios que tendría aquel hijo que tanto deseaba. Esto nos enseña que un siervo de Dios puede estar haciendo mal las cosas, pero que aún así, mientras esté allí por voluntad de Dios, será usado para la gloria de Dios hasta el momento que Dios decida que su tiempo ha terminado. Por otra parte, el ejemplo de Elí es un recordatorio a los ministros de la palabra de Dios de nuestra era, de que somos llamados a ser firmes en la verdad sí, pero amorosos y compasivos con el dolor del pueblo de Dios que sufre. Un siervo de Dios, un sacerdote del Altísimo debe ser tanto firme en la verdad como compasivo con la humanidad. Con todo, Elí al dar la palabra de Dios a Ana, tan solo al comunicarla esta mujer tuvo paz y ya no lloraba. ¿No es maravilloso ver el efecto que la palabra de Dios trae sobre el corazón afligido de un creyente sincero? Pablo le dijo a Timoteo: “Predica la palabra”, nada más. La palabra de Dios es suficiente para traer consuelo, esperanza, alegría y fortaleza al alma cansada del cristiano. Para mi fue algo muy feliz cuando leí la rapidez con la cual Ana se levantó de su aflicción al oír la palabra de Dios concediendo el anhelo de su corazón.

4. Ana en su oración, así está en la Escritura, dice: 

“Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.” 

Ana hizo un voto. Para mi fue algo desconcertante el hecho de que pidiera con tanta insistencia y lágrimas un hijo al SEÑOR del cual se desprendería cuando el niño pudiera comer solo. Sobre este asunto solo pude pensar otra verdad absoluta y gloriosa. Dios es SEÑOR de todo y dueño de todo. Ana pidió, y Ana soltó. Ella entendía que ese hijo era de Dios. Ana había consagrado a su hijo al SEÑOR. Como les dije antes, la providencia de Dios ya se estaba procurando un profeta en el cual no hubiera mancha, así de precioso y majestuoso era el plan Divino. Alguien quizá dirá que finalmente tuvo que devolver al niño y qué sentido tiene. En la voluntad de Dios todo tiene sentido, yo veo en este relato, el reconocimiento absoluto de Ana a la soberanía de Dios y su amor a Dios incluso por encima de su propio hijo. El mismo SEÑOR Jesucristo enseño a sus discípulos que cualquiera que ama más a su madre o padre, a hijos o hermanos más que a él, no es digno de él.

Así fue, Ana entregó al niño según lo pactado, cuando fue destetado y así cumplió su voto al SEÑOR. Ana nos enseña de esta manera que aún a costa de lo que más amamos y atesoramos, nuestro deber principal es obedecer y cumplir nuestros votos al SEÑOR. Jamás prometamos algo a Dios que no estemos dispuestos a cumplir, porque mejor es no prometer nada que prometer y no cumplir. Por otra parte, recordemos que nuestros hijos, nuestro cónyuge, nuestra familia no nos pertenece, le pertenece a Dios que te la ha dado como un regalo y una bendición.

5. Finalmente, y esto lo podemos ver en el cántico que quisiera compartir en más detalle, Ana al cumplir su voto y adorar al SEÑOR, de su corazón inflamado por el Espíritu Santo, surgió un canto lleno de gratitud, verdades gloriosas e incluso profecía. Ana nos muestra que el hijo de Dios es reivindicado de su sufrimiento temporal, y que Dios nos da mucho más de lo que pedimos o esperamos. Así de abundante es el amor del SEÑOR. Sobre esto, quiero citar solo un fragmento del cántico, en (2:5b): “Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece.” Ana entregó a su amado hijo Samuel, pero luego el SEÑOR les concedió tener 3 hijos varones y 2 hembras, a parte de Samuel. El cántico dice que fueron 7, quizá es un simbolismo de perfección, porque se registra en la Escritura lo antes dicho, que tuvo 3 niños y 2 niñas más a parte de Samuel (2:21) por la palabra del sacerdote Elí, que nuevamente fue usado por Dios para este fin glorioso. Lo cierto es que el SEÑOR colmó a Ana de bendiciones y alegrías y su rival Penina tuvo que ver eso con sus ojos hasta languidecer.

De esa manera vemos como empieza la maravillosa historia del profeta Samuel la preparación para la que sería la monarquía hebrea, que estuvo sin duda asociada al inicio de ella de una forma inseparable. Aprendimos pues que la fuente del gozo verdadero es Dios, que el dolor no implica necesariamente algo malo en si mismo y que detrás del sufrimiento para el que ama a Dios, se esconde una gran bondad de Dios que nos llama a depender de él en oración, que nuestros enemigos a veces nos hacen mejor bien que nuestros amigos, como dijo en una oportunidad en sus confesiones el obispo de Hipona, que los insultos de sus enemigos le corregían más que los halagos de sus amigos, y que Dios se sirve incluso de quienes nos afligen para mostrarnos su gloria y que además de eso, quienes nos afligen reciben su justa retribución. Además, y entre otras cosas, aprendimos que todo es de Dios, que todo le pertenece al SEÑOR y que no debemos amar a nada ni a nadie más que a él y que cuando renunciamos a los consuelos temporales por el amor eterno, él nos bendice mucho más, si así lo quiere, dándonos más de lo que pedimos o esperamos.

© Por Fares Palacios. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

















5 comentarios:

  1. Amén pastor, gracias por compartir compartir con nosotros la sabiduría que es Señor le ha dado, que el Señor le bendiga

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  2. Dios te siga usando pastor Fares gracias por tan hermosa palabra que edifica y consuela el alma. Con gusto y tu consentimiento compartiré estás palabras para que otros puedan conocer y gozarse en la maravillosa providencia de Dios.

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  3. Gracias pastor! Que gratificante y justificado su reseña. Dios le siga dando sabiduría y gracia en abundancia. Bendiciones!!

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  4. Gracias pastor! De verdad ha sido muy gratificante y acertada su nota. Dios le guarde y siga dándole sabiduría y de su gracia.

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  5. Definitivamente de gran bendición. Dios siga añadiendo sabiduría en su vida, pastor. Dios bendiga a su familia.

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