lunes, 3 de abril de 2017

¡PRESTA MUCHA ATENCIÓN!

Es necesario que prestemos mucha atención a las cosas que los apóstoles y padres junto a toda la Iglesia han enseñado por siglos, esto fue lo que pensé sin duda, después de meditar en la introducción de la carta. Ayer, en la exhortación dominical, pude compartir con los hermanos de nuestra Iglesia local, la introducción al capítulo dos de la carta a los cristianos hebreos. La misma, luego de hacer una descripción magistral del Hijo de Dios como Divino y digno de la adoración celestial, por medio del cual el Padre nos habló en esta Nueva Alianza, de inmediato, partiendo de tan glorioso argumento, pasa la la exhortación que se fundamenta en tal confesión.

¿Cuál es la exhortación? Hermanos, por esta razón, de la gloria y Divinidad el Hijo de Dios que nos rescató, "...debemos prestar más atención al mensaje que escuchamos..." Ese mensaje, es el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo junto a todas las exhortaciones a perseverar hasta el final y a vivir en santidad, aún en la tribulación, a la espera del regreso del Mesías, como vemos en cada una de las epístolas de la Nueva Alianza. Dios, por medio de esta carta nos llama a afinar nuestros sentidos espirituales y físicos. Lo más fácil es distraernos de lo que hemos aprendido. Nuestra vida sin duda está ligada a una sociedad llena de reglas y de advertencias. No prestar atención con diligencia, por ejemplo, a las señales de tránsito, puede traer consecuencias mortales.

¿Cuánto más cuando se trata de asuntos que tienen que ver con nuestra alma? La falta de atención se puede medir en el desprecio a las homilías, sermones o instrucciones de los obispos o pastores de la Iglesia. También ese desprecio se puede evidenciar en el desdén por la historia del Cuerpo de Cristo y el legado de fe que tiene ya más de dos mil años. Esto tiene sus consecuencias. Cuando un hombre que tiene un interés especial especial por la teología y el ministerio de la palabra de Dios y el servicio al Pueblo de Dios, pero decide interpretar las sagradas Escrituras según su juicio privado, aislado de la Iglesia, de la historia, existe una alta probabilidad de que pierda el rumbo y se convierta en el fundador de una nueva secta.

La advertencia que hace el escritor de la carta no es cosa ligera, es aterradora. Dice la versión Latino-américa, la misma que cité para la parte (a) del texto en cuestión, de la siguiente manera: "...no sea que vayamos a la deriva..." La Biblia de Canon corto, Reina Valera 1960, dice: "...no sea que nos deslicemos...". Ambas expresiones vertidas al castellano dan la idea de un barco que ha perdido el rumbo sin sol, ni luna, ni estrellas en el firmamento que ayuden a orientar la embarcación, por lo cual, navega sin ir a ninguna parte en medio de las tinieblas, la bruma, la niebla, el frío y el peligro inminente de naufragio. No tener un rumbo, y más que eso, el rumbo correcto en la fe, a saber, el santo Evangelio como la Iglesia lo ha enseñado por siglos, es lo más peligroso y terrible que puede suceder a un ser humano, perderse sin retorno en las tinieblas eternas, por no prestar atención a lo que la Iglesia proclama a las Naciones.

La traducción de la Biblia textual lo vierte de forma distinta, pero también nos deja una enseñanza. En lugar de hablar de una pérdida de rumbo, lo dice así: "...no sea que las dejemos escurrir." Por supuesto, las cosas que hemos oído. La idea del texto, según la BTX3, es la de un cántaro con grietas que no puede mantener el agua adentro. La imagen es elocuente, no prestar atención diligente a lo que hemos oído, a saber, el santo Evangelio y todas las exhortaciones e instrucciones de los pastores, doctores y maestros de la Iglesia que se han mantenido en la ortodoxia, es dejar que el agua fresca que nos puede aliviar la sed y dar vida, se derrame, y finalmente, ¿qué haremos sin rumbo, sin dirección, sin agua, sin vida y sin esperanza? Por eso, ¡prestemos mucha atención a lo que hemos oído!

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2 comentarios:

  1. Dios te siga usando como Maestro de la Iglesia a través de todos lo medios a tu alcance

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