miércoles, 23 de diciembre de 2015

EN NAVIDAD: ¡Unos van alegres, otros van llorando!

Ya en Caracas están sonando las típicas parrandas, aguinaldos, merengues y gaitas decembrinas. Estoy convencido de que muy pocos se han detenido a meditar sobre las letras de las mismas. De una de esas composiciones deseo colocar un fragmento para así dar inicio a un artículo que deseo compartir con mis lectores sobre la alegría y la tristeza.

“…Navidad que vuelve, tradición del año, unos van alegres, otros van llorando. Hay quien tiene todo, todo lo que quiere, y sus navidades siempre son alegres, hay otros muy pobres que no tiene nada, son los que prefieren que nunca llegara…”

De seguro que si usted es Venezolano esta melodía le parecerá muy, muy familiar. La primera estrofa de este merengue caraqueño contiene varias realidades que son parte de la naturaleza humana. En primer lugar se enfoca la navidad como una tradición que genera en los hombres como es de esperar; diferentes sentimientos, emociones y reacciones.

Se podría hacer una lista de las emociones, sentimientos y reacciones que brotan en estas fechas, y todos estaremos de acuerdo en que la navidad y el año nuevo producen ansiedad ante su llegada. Esta ansiedad es generada por una serie de pensamientos que producen depresión o nostalgia que van desde el recuerdo de situaciones familiares de la infancia, hasta nerviosismos por razones monetarias.

En segundo lugar la letra de esta canción es descriptiva. Describe una realidad, unos van alegres, y otros van llorando. Ambos grupos por una causa, y es que su alegría está fundamentada en dos suelos de arena:

1.- Unos tienen todo lo que quieren (Abundancia de bienes materiales),

2.- Otros no tienen nada, o no tienen lo que quisieran (Carencia de bienes materiales).
Ahora bien, ¿Es la navidad razón para estar alegres o para estar tristes en base a esos dos factores?
Quiero demostrar que según la Biblia, ni la alegría, ni la tristeza en navidad, y en ningún momento deberían ser producidas por la abundancia de bienes, o por la carencia de ellos. La alegría del que todo lo tiene se fundamenta en que no tiene necesidad de cosas materiales, y esa alegría se fundamenta en el dinero y en su patrimonio, pero no en Dios.

El que nada tiene sufre y llora y hasta se resiente porque anhela tener lo que tiene el que “todo” tiene, para este ser feliz, pero no descansa en Dios. Ambos están errados y caminan lejos de Dios porque su alegría se fundamenta no en Dios, sino en las posesiones.

Este mal también afecta a los cristianos que tienen una comprensión torcida e incorrecta del cristianismo. No se trata de tener o no tener, ni tampoco de no procurar lícitamente tener como si fuera malo, o dejar de tener para ser santo tomando una postura asceta.

Nada de esto tiene que ver con el verdadero cristianismo. Hagámonos algunas preguntas: ¿En dónde se fundamenta mi alegría?, ¿En algo material?, ¿El alguna persona?, ¿En mi profesión?, ¿En mis estudios o trabajo?, ¿En mis fuerzas y juventud?, ¿En mi bella voz y grandes capacidades?, ¿En mi belleza física? Pero hay más, piensa en esto, ¿Qué pasaría si de pronto un día me quedo sin nada?, ¿Si fracaso en mis estudios o pierdo el trabajo?, ¿Si enfermo y pierdo mi fuera y mi belleza, o mi voz?, ¿Qué sucedería si pierdo aquello que me alegra en esta tierra? Piensa en ello.

He visto que los hombres buscan confiar en algo y se apoyan de aquello que les produce más seguridad y alegría, pero lamentablemente la mayoría de los casos esa fuente de alegría no es Dios. Su confianza está en cosas creadas por Dios, o dadas al hombre por Dios, y esas cosas son frágiles y dejan de ser.

Una de las lecturas que más he disfrutado en mi vida son las Confesiones de Agustín de Hipona, al comenzar sus confesiones el dice lo siguiente: (Quia fecisti nos ad te et inquietum est cor nostrum donec requiescat in te) “…nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en ti…”

Esta frase reviste verdad cristiana, y es que cada ser humano ha sido creado por Dios con un propósito, y no es otro que “...glorificar a Dios, y disfrutar de El para siempre…” en esto es muy bíblico el Catecismo Menor de Westminster. No puede el hombre hallar paz lejos de Dios. Lejos de Dios el hombre solo puede padecer la angustia y el afán de los que caminan al Hades sin consuelo y sin salvación.

La Palabra de Dios nos sana, y nos muestra como ser liberados del yugo opresor de estos sentimientos desordenados y engañosos que nos guían por una parte, a buscar la alegría en las posesiones (falsa alegría), o a sentirnos miserables si no las tenemos. Quiero que usted amado lector pueda ver que vivir sujetos a ese yugo es esclavitud y amargura. Los hijos de Dios y solo ellos pueden tener la libertad de estas ataduras, para servir a Dios con alegría y voluntariamente.

Tener una correcta visión Bíblica de este asunto le dará libertad, libertad de sentimientos perturbadores, libertad para vivir conforme Dios quiere que vivas, para Su Gloria. Así que, ¿Estás glorificando a Dios en este momento?, ¿Dónde descansa tu esperanza?

Imagina por un momento que tienes una casa hermosa y propia, un vehículo del año, una familia agraciada, nada te falta y esa es tu alegría, allí descansa tu felicidad, eres feliz. Luego un día, un alud de tierra que desciende de la montaña se lleva todo cuanto tenías, incluso a tu familia que queda sepultada bajo las piedras, y el barro del deslave. Según esta hipótesis, ¿Te das cuenta que la fuente de tu felicidad ha desaparecido?, Quizá la imagen sea grotesca, pero quiero que veas, que sientas, que entiendas la vanidad de nuestro pensamiento y pecado y que aquello en lo cual puede descansar nuestra alegría, un día puede dejar de ser.

Deseo que veas que solo si nuestra alegría está fundada en algo inmutable, eterno e indestructible, podremos tener una alegría segura y eterna. Esa dicha eterna solo puede ser generada por Dios por Su Hijo Jesucristo quién venció a la muerte y que bien es llamado la Roca y Ancla firme del alma de los redimidos.

Creo que una felicidad sustentada en lo que se tiene, sin Dios, finalmente terminará siendo una tristeza segura, y peor aún, quizá una tristeza eterna en el infierno. El Hijo de Dios afirmo que “…la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee…” Luc 12:15

La codicia es irracional. JESÚS nos enseña que la vida del hombre no depende de la abundancia de bienes. Si entendemos esto no habrá tristeza cuando no hay la abundancia que desearíamos tener. La vida del hombre es más que eso. El mundo amarra tu conciencia para que te sientas miserable si no tienes abundancia de bienes, te hace sentir que estás incompleto sin tener incluso cosas que no necesitas, esto no es más que un engaño para que vayas y consumas todo cuanto te ofrece, y de manera especial en la fiestas decembrinas.

Pero el cristiano que compra la verdad de JESÚS tendrá paz y tranquilidad al vislumbrar que su vida es consistente en JESÚS y que está en El integrada. Esto jamás quiere decir que no procuremos vivir dignamente y trabajar con diligencia sabiendo que el hombre solicito en su trabajo jamás estará con los de baja condición.

El amor al dinero es la raíz de todos los males dice la Escritura: “…porque raíz de todos los males es el amor al dinero…” 1 Tim 6:10 Dos de esos males son la falsa seguridad que podría convertirse en desgracia, y el otro es la tristeza y la amargura de un despechado y desagraciado.

Hay más, la Palabra de Dios nos enseña, nos exhorta y nos ordena que: “…Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que pueda hacer el hombre…” Hebreos 13: 5

Quiero para culminar dejar algunas observaciones de este texto:

1.- El escritor de este libro de hebreos, al menos en este pasaje está hablando a cristianos. Se da por sentado que, solo los hijos de Dios pueden hacer lo que a continuación se describe como instrucciones, y que si alguno que dice ser cristiano no puede hacer estas cosas y está bajo el yugo de las posesiones que dictan los sentimientos de su corazón, debe examinar su vida, y ver si verdaderamente está en la fe.

2.- Dios nos dice que nuestras costumbres, nuestra forma de vida, nuestro andar diario sea sin avaricia. La avaricia no es más que un deseo desordenado por obtener bienes materiales sin freno. La avaricia es una cadena pesada que impide al hombre llegar a disfrutar de la verdadera felicidad que está solo en Dios nuestro Creador. La verdadera alegría está en vivir en El, por El y para El. El hijo de Dios debe deslastrase de esa pesada carga sino desea estar esclavizado bajo la falsa felicidad o la tonta tristeza por no tener abundancia de bienes.

Nuestra vida diaria debe estar impregnada de esta fe cristiana Neo Testamentaria. Nuestras costumbres deben ser diferentes a las del mundo, Cuando el impío corre detrás de las posesiones y se mata por ellas, el cristiano más bien las recibe como fruto de su trabajo y de la gracia de Dios, para el servicio de Dios y la gloria del Dador de todas ellas y esto debe ser enseñado y vivido en familia.

No nos afanamos, no procuramos tener por el simple hecho de tener, sino que procuramos tener lo necesario para vivir dignamente, y esto no implica necesariamente tener una mala calidad de vida, sino al contrario, todo según sea dado por Dios y el fruto de nuestra labor. Este pensamiento debe abundar cada día de nuestra vida, y en espacial por estas fechas donde todo el sistema está en concierto para bombardear nuestra mente y vaciar nuestras almas y bolsillos con su agresiva propaganda y adoctrinamiento anti – cristiano.

3.- El hombre impío por su avaricia nunca está contento con lo que tiene. Todo lo contrario, desea cada vez más, y más. El contentamiento Bíblico proviene de un corazón agradecido, que desea a Dios y ama Su Ley, un corazón regenerado que entiende que su alegría proviene de comprender la Soberanía de Dios en su vida y en los acontecimientos, pero que también entiende su responsabilidad, con todo descansa en los brazos de Su Pastor. Dios dice: “…contentos con lo que tenéis ahora…” ¿No es una frase hermosa? ¿Por qué perder la paz y vivir en tristeza si el dador de todas las cosas vela por mi vida y me dice que esté alegre?

¿Saben qué? El corazón del hombre nunca se sacia, y siempre quiere más. Usted le pegunta a un millonario que desea ahora que es millonario, y el le dirá: “…un millón más…” Ese hombre es esclavo de su deseo, y teniendo todo el dinero que cualquiera pudiera desear, no está contento. Su alegría descansa en algo que pudiera dejar de ser, que no es inmutable y eterno, es un hombre digno de lastima porque solo puede desear “…un millón más…” pero no puede desear a Dios.

El contentamiento implica además conformidad con Dios, satisfacción en lo que El ha provisto, pero esa satisfacción es completa solo cuando estamos seguros que hemos sido responsables en procurar ganar nuestro sustento lícitamente. ¿Por qué no te contentas ahora, y te liberas del yugo del afán y la tristeza o la falsa alegría con que es engañado el corazón en la navidad según el sistema del mundo?

4.- El dinero y las posesiones pueden acabarse, o sencillamente nunca llegar. En ambos casos las posesiones materiales que no son malas e si mismas, tampoco nos aseguran el pleno amparo. Empero, Dios nos dice: “…No te desampararé, ni te dejaré…” ¡Esta es una preciosa esperanza! ¡Cuanta dulzura brota de las páginas de la Biblia! ¡Estas son palabras liberadoras! Unos confían en el amparo inestable de las riquezas, porque “…al rico (avaro) no lo deja dormir la abundancia…” y otros se deprimen y maldicen el día en que nacieron y están desamparados porque así lo desean, pero los cristianos tienen un puerto seguro a donde llegar y descansar con toda serenidad.

Dios es nuestro amparo y fortaleza, el dinero se va y detrás de el los amigos, la gente además te puede menospreciar por no tenerlo y dejarte de lado, pero Dios nunca te dejará y lo mejor es que te amparará bajo sus alas. Esto es hermoso porque podemos estar contentos, podemos estar seguros de que si vivismos esto por la gracia de Dios somos suyos y que siendo suyos estaremos bajo el amparo de sus alas: “…de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que pueda hacer el hombre…”

¿Dónde está tu alegría? Por favor considera estas cosas y esfuérzate voluntariamente, pero valientemente por romper esos paradigmas mentales que el mundo ha sembrado en ti, y que te quitan la paz. Nuestro corazón solo podrá dejar de estar angustiado e inquieto cuando repose en Dios y comprenda el propósito de su existencia en esta tierra y su destino futuro en el Dios Creador de todas las cosas, aquel que envió a Su Hijo JESÚS a derramar Su Sangre preciosa para salvar a los pecadores, y para dar vida a todos aquellos que vengan a El, y crean al Evangelio.

Ahora para terminar amigo, ¿Eres de los que van alegres con una falsa alegría?, ¿Eres de los que van llorando porque no tienen la falsa alegría?, O ¿Eres uno que descansa en Dios y tiene en El su contentamiento y eterna dicha?

© Por Fares Palacios. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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